sábado, 10 de diciembre de 2011

PARA QUE SIRVE EL ARTE 
¿Cómo no llega la emoción arquitectónica? Por efecto de las relaciones que uno percibe. ¿Y de qué están hechas esas relaciones? De hechos materiales, de superficies que uno ve y si las ve es porque están iluminadas.
                                                                                                                                             LE CORBUSIER
                                                
Según la cita de Le Corbusier necesitamos LUZ para percibir las relaciones de los hechos materiales que producen la emoción  (en este caso) arquitectónica.  Podemos plantear, de salida, la idea de que el arte es una forma de iluminación de la realidad, una luz que despeja sombras, que muestra facetas, aspectos o dimensiones que desde otros lugares ensombrecidos es difícil ver.
En esta cita están condensados tanto el concepto artístico como el psicológico o cuando menos, el de tratamiento psicológico como proceso de conocimiento, es decir: mostrar  superficies, relaciones, reglas, estructuras, materiales.
El arte sirve para iluminar el conocimiento.
El arte ha sido abordado desde todas las áreas del saber; como herramienta o como objeto de estudio, es un fenómeno o una abstracción que no se deja apresar fácilmente, quizá porque es su esencia misma  estar más allá de lo normal, de lo cotidiano, al fin de lo tangible.
El arte da constancia de que la normalidad es un estado que nunca está garantizado.  Como dice la socióloga del arte Natalie Hinich: “Todo el campo artístico puede ser interpretado como una transgresión de las fronteras y una extraordinaria ampliación del territorio”
Desde un planteamiento psicoanalítico el filósofo Remo Bodei plantea que: “El arte no tiene un puro valor lógico o perceptivo pero tampoco un puro valor hedonístico. No es ni realidad ni ilusión. Expresa y transmite núcleos de verdad que intentan abrirse paso de forma demasiado inmediata, extrovertida cargada de implicaciones emotivas, no repartidas a lo largo de un razonamiento”. 
El arte posee una capacidad infinita de elaboración  que nos hace sospechar una realidad infinita que no cabe en los límites de la cultura normativa y su función es ampliar las fronteras y enriquecer el leguaje de lo posible. Es  una alternativa constructiva al delirio.
El arte no está sometido ni al principio de placer ni al principio de realidad. Su naturaleza no tiene como finalidad ni el goce ni el dato, está por encima de esos procesos  pero  utiliza  la capacidad creativa que generan  para  facilitar la asimilación de, en palabras de Bodei, “el exceso de sentido que arrastra consigo toda vida y toda cultura”  
Remo Bodei plantea que: “es posible considerar el arte como de-formación de núcleos de verdad que nos persuaden y conmueven más allá de cualquier principio de realidad, como una puesta entre paréntesis, socialmente consentida de los criterios lógicos y perceptivos normales”.
La idea de “núcleos de verdad” nos hace pensar en zonas de realidad que no son susceptibles de ser explicadas con las reglas de la lógica formal o del discurso normativo, y sin embargo pueden ser aprehendidos a través de otras  herramientas facilitadas por ese lugar amplio y difuso que es La Capacidad Simbólica. Esa capacidad que tiene la virtud esencial de poder redefinir  reglas para posibilitar  otras formas de captar y trasmitir el mundo físico, emocional y social.
Bodei los define como “núcleos de verdad traumáticos o al menos dotados de una alta densidad de significado, que necesita de una elaboración infinita”.
 Estos núcleos de verdad no son neutros, activan de forma desmesurada al individuo  porque hacen referencia a una realidad que muestra el exceso de lo que no se puede controlar,  que produce vértigo y que precisa de una elaboración y reelaboración dosificada para poder ser integrada .   
El objetivo no es neutralizar  esos aspectos inquietantes de la realidad, la función del arte no es la domesticación, es la facilitación de la asimilación.  Volviendo a citar a Remo Bodei “No se trata de aclimatar lo que perturba para servir de equilibrio de la conciencia, se trata de apoderarnos de ello, de quedar deslumbrados o como diría Vico, “perturbados y conmovidos”.
El arte se alimenta de emociones y cogniciones  que necesitan una reordenación distinta, redistribuidas a través de la emoción estética que encauza ese desbordamiento de sentido.  

La filosofía, la semiótica, la neurociencia, la psicología, la antropología, la sociología, están implicadas en esta materia que es intrínseca al ser humano, la expresión de la capacidad simbólica más anárquica y arriesgada y a la vez más comprometida con la cruda realidad. 

 EN principio  podemos concluir (de momento) que el arte nos facilita la inmersión en zonas de difícil acceso, su papel es el de un mediador que pone en contacto algunas de las infinitas opciones de realidad con seres limitados, discretos, que posee una escasa capacidad de contención y que necesitan de la ayuda interpretativa del arte para digerir lo que apenas podemos concebir. Una especie de sonda  que sale al espacio ignoto y que nos tritura en papilla los bocados de un universo de posibilidades.
Por otro lado vemos que el arte tiene una función exploratoria, tantea sin prejuicios, no se para ante normas, quebrantar leyes y reordenarlas es una característica estructural.
Por otra parte no podemos olvidar que el arte elabora elementos estéticos ligados a factores emocionales. Utilizando la anotación del profesor Lozano, “como enseña la semiótica: Todo efecto de realidad siempre produce un efecto estético, o si se prefiere estésico que a partir del mismo étimo de estética engloba todo el campo de lo sensible”.
“El campo de lo sensible” de lo que es susceptible de ser activado, traído de lo estático a lo dinámico de lo invisible a lo observable de la oscuridad a la LUZ.





Bibliografia:
Natalie Heinich, y Jean Marie Schaeffer, Arte, creation fiction. Entre sociologie et Philosofie.
Remo Bodei: Lo que queda del Psicoanalisis.
Remo Bodei: La forma de lo Bello.
Jorge Lozano: EL acontecimiento artístico